LA CONSTITUCIÓN DE LOS SUEÑOS
Conozca la historia de las 72 mil cartas enviadas por los ciudadanos a la Asamblea Nacional Constituyente y sepa cómo consultarlas.
La conmemoración de un aniversario más de la Constitución de 1988, el 5 de octubre, trae a la memoria uno de los capítulos más importantes de los 200 años del Senado: el de la movilización popular para la construcción de la ley suprema del país. Uno de los mejores ejemplos de esta historia son las 72.719 cartas enviadas por los ciudadanos a los constituyentes entre 1986 y 1987. Hasta ahora, estas cartas eran accesibles a través de una base de datos poco conocida en el portal del Senado. A partir de ahora, también podrán explorarse mediante una plataforma que facilita la búsqueda por temas, ciudades y nombres de los autores - una herramienta desarrollada especialmente para este reportaje (ver abajo).
La iniciativa de invitar al pueblo a contribuir con sugerencias a la Constitución se enmarca en el contexto de la (re)democratización del país en los 80. Tras dos décadas de la dictadura militar, la sociedad manifestaba su deseo de mayor participación en las decisiones políticas. Entre 1983 y 1984, la campaña "Directas Ya" llevó millones de personas a las calles de las principales ciudades.
Cuando, en 1985, el entonces presidente de la República, José Sarney, convocó la Asamblea Nacional Constituyente, varios sectores de la sociedad civil se articularon para participar en el proceso. El lema "Constituyente sin pueblo no crea nada nuevo" reflejaba las aspiraciones de la época.
Ese espíritu fue captado por los senadores y diputados constituyentes, quienes
previeron
mecanismos de participación en el reglamento interno de la Asamblea. Más de mil
personas fueron escuchadas en las audiencias públicas y 122 enmiendas populares,
organizadas por asociaciones, recibieron más de 12 millones de firmas y fueron
entregadas a los parlamentarios. Pero esa es otra gran historia de la
Constituyente. La
historia de las cartas a la Constitución, contada aquí, siguió un camino
diferente.
Bautizada inicialmente como "Diga Gente" y después como "Proyecto Constitución", la idea de las cartas surgió del funcionario del Senado William Dupin, quien en ese momento dirigía la Coordinación de Proyectos Especiales del Prodasen - órgano responsable de la tecnología de la información en el Senado. El entonces presidente de la Comisión de Constitución y Justicia (CCJ), el senador José Ignácio Ferreira, de Espírito Santo, apoyó a la iniciativa.
Sin embargo, los altos costos del proyecto llevaron Dupin a buscar apoyo en el sector privado. Las Organizaciones Globo financiaron parte de los gastos y emitieron anuncios para divulgar la campaña a cambio de que se incluyera el logotipo de la empresa en los formularios impresos que serían distribuidos.
Aunque garantizó la viabilidad de la idea, la solución no estuvo exenta de críticas. La pertinencia de la asociación con una empresa privada fue vista como un riesgo a la imparcialidad que debe caracterizar a la administración pública. De todos modos, el proyecto fue lanzado en junio de 1986.
Se distribuyeron cinco millones de formularios en los municipios de forma proporcional a la población de cada uno. Los impresos estuvieron disponibles en las oficinas de correos, pero también hubo puntos de recogida en alcaldías y asambleas legislativas. Además, los partidos políticos pudieron distribuir formularios directamente a sus afiliados.
Después de casi un año, llegaron al Senado más de 72 mil formularios cumplimentados. A medida que llegaron, un grupo coordinado por el Prodasen, incluyendo funcionarios del Senado y estudiantes de la Universidad de Brasilia (UnB), clasificó los mensajes en 24 áreas temáticas y los mecanografió para poder introducirlos en una base de datos del recién creado Sistema de Apoyo Informático a la Asamblea Constituyente (Saic).
¿Quiénes eran los autores?
En 1987, Francisco Alves Mendes Filho redactó una de las cartas que llegaron al Prodasen. En un texto escrito a mano, el mensaje enviado desde el interior de Acre defendía la preservación de la Selva Amazónica a través de la creación de reservas extractivas.
Al año siguiente, poco antes de Navidad, Francisco fue asesinado a tiros en la puerta de su casa, a los 44 años. Solo entonces el nombre Chico Mendes se hizo conocido en todo el país como líder cauchero y referencia de la causa ambiental. Su asesinato tuvo repercusión mundial.
Aunque la carta de Chico Mendes y las de otras personalidades llaman la atención por los nombres de los remitentes, la colección almacenada en Saic revela un país soñado por ciudadanos anónimos.
— Hay una población que pide a gritos mejorías en el transporte, en la salud, en la educación — dice el brasilianista francés Stéphane Monclaire en una entrevista concedida al Jornal do Senado en 2013.
Profesor de ciencia política de la Universidad de Sorbonne, en París, Monclaire organizó y fue uno de los autores del libro La Constitución deseada, publicado por el Senado en 1991 con un análisis sociológico de las sugerencias enviadas a los constituyentes.
En el libro, el profesor Clóvis de Barros Filho, autor de uno de los capítulos y
hoy uno
de los principales filósofos del país, afirma que las cartas "son
cualitativamente más
importantes para la ciencia" que las encuestas de opinión pública. Aun
considerando
que el conjunto de remitentes no era una muestra representativa de toda la
población
brasileña de la época.
Para él, al abrir un espacio a las sugerencias, sin opiniones pre-formadas, los formularios del Proyecto Constitución proporcionarían análisis más precisos de las posiciones políticas de los ciudadanos.
¿Qué pedían los mensajes?
Las más de 72 mil cartas enviadas al Senado presentaban, en general, mensajes con apelaciones informales, sin formato jurídico.
— Las personas expresan su angustia respecto a las dificultades de la vida. Y están esperando todo de la Constituyente. Todo, esto es, una vida mejor — dijo en la misma entrevista al Diario del Senado el profesor Stéphane Monclaire, que falleció en Brasil en 2016, tras casi 30 años dedicados al estudio de temas brasileños.
Monclaire vio en las cartas a la Constituyente una semejanza con los cahiers de doléances (listas de quejas, en traducción libre), de la Revolución Francesa de 1789, cuando la población registraba sus reclamos por escrito.
No obstante, para él, el proyecto brasileño introdujo como gran innovación la digitalización de las cartas, lo que posibilitó diversas formas de consulta a partir del cruce de los diferentes perfiles de los autores.
Para este reportaje, por ejemplo, la base de datos Saic fue analizada mediante inteligencia artificial con el objetivo de organizar las cartas según la semejanza de sus contenidos. En el estudio, fueron aplicadas técnicas de procesamiento del lenguaje natural (PLN) — un área de la ciencia de la computación — para transformar los textos en representaciones matemáticas, permitiendo la identificación de los temas por la IA.
La siguiente imagen, llamada "mapa semántico", ilustra gráficamente los resultados. Los colores representan categorías temáticas. La distancia entre ellas refleja el grado de similitud de los temas.
El mayor volumen, en rojo, reúne las cartas que abordan diversos asuntos en un único mensaje. Por su parte, los polos aislados muestran la articulación de grupos de interés, a veces sorprendentes. Tal es el caso del conjunto de mensajes que defienden la reglamentación de la actividad de detective particular.
¿Qué la Constitución incorporó?
Los referendos son la forma más común de consultar la población en el proceso constitucional. Entre 1789 y 2016, 168 constituciones fueron sometidas a referendos en el mundo, según una tesis presentada en la Universidad de Texas por el estadounidense Alexander Edward Hudson.
Con ese mecanismo, el pueblo aprueba o rechaza un texto ya elaborado. En Brasil, los diversos instrumentos de participación utilizados en la década de 1980 confirieron un aspecto innovador al proceso constitucional del país. Queda por saber en qué medida las sugerencias de la población influyeron en la redacción final.
En el libro La Constitución Deseada, el profesor Stéphane Monclaire dice que “el Saic siempre fue utilizado por debajo de sus posibilidades” por los constituyentes, los académicos y la prensa. Cuenta que algunos parlamentarios llegaron a quejarse del entonces presidente de la CCJ del Senado, José Ignácio Ferreira, por haber supuestamente abusado de los datos del Prodasen "para aparecer como un constituyente apegado a su trabajo".
Responsable por le construcción del mapa semántico que aparece en este reportaje, el especialista en IA y funcionario del Prodasen João Lima dice que, a pesar de que el grado de influencia directa de las cartas sobre el texto constitucional sea discutible, es posible ver reflejos de los mensajes en la Constitución.
Lima, quien dirige el Servicio de Soluciones para la Información Legislativa y Jurídica del Senado, destaca, por ejemplo, la carta enviada en febrero de 1986 por la enfermera Francisca Selene de Oliveira Claros, entonces residente de Manaus.
"Que sea aprobada por la Constituyente: La salud es un derecho del ciudadano y un deber del Estado y su prestación debe darse a través de un sistema unificado de salud, que atienda a todos", escribió Francisca Selene, que fue entrevistada en 2007 por la TV Senado para el documental Cartas al país de los sueños.
También sugirió que la red privada actuara como complemento de la red pública y que la comunidad participara en la planificación de las metas del sector y en la fiscalización de los recursos. No es posible saber si algún constituyente se inspiró en esas sugerencias y las presentó a la Asamblea Nacional. Lo cierto es que todas ellas quedaron plasmadas en la Constitución.
¿Cuál es el legado de las cartas?
Las cartas a la Constitución representan el hito inicial de la participación popular en la Constituyente, evalúa el consultor legislativo del Senado Fernando Trindade. Resalta que la iniciativa fue lanzada 11 meses antes del inicio de los trabajos de la Asamblea Nacional, instalada en 1.º de febrero de 1987.
Para el consultor, el deseo de la sociedad por una mayor participación en las decisiones sobre el país está impreso en diversos puntos de la Constitución. Tal es el caso del artículo 14, que vincula de manera inédita en Brasil la tríada soberanía popular, sufragio universal y voto directo y secreto.
CEDI/Cámara de los Diputados
Trindade también destaca la previsión constitucional para los proyectos de ley de iniciativa popular. La Ley de la Ficha Limpa (Ley Complementaria 135, de 2010) es un ejemplo de este mecanismo. Para presentar un proyecto como este al Congreso Nacional, es preciso reunir las firmas de al menos 1% de los electores brasileños, distribuidos en un mínimo cinco estados.
Otro mecanismo que refleja el espíritu de participación popular presente en las cartas a la Constituyente son las llamadas sugerencias legislativas. Ellas pueden ser sometidas al Senado o a la Cámara de los Diputados. En el Senado, cualquier ciudadano puede presentar individualmente su idea legislativa por internet, en el Portal e-Ciudadanía, vinculado a la Secretaría-General de la Mesa.
Si a lo largo de cuatro meses la idea logra reunir el apoyo de 20 mil personas en el portal, sigue como sugerencia a la Comisión de Derechos Humanos y Legislación Participativa (CDH). Si recibe un parecer favorable en el colegiado, pasa a tramitar como un proyecto de ley.
— La democracia representativa viene de la imposibilidad material de reunir al pueblo soberano en un ágora moderna. Pero lo que era imposible se volvió posible gracias a la informática — dijo el profesor Stéphane Monclaire al Diario del Senado.
El actual director del Prodasen, Gleison Carneiro, concuerda:
— El Proyecto Constitución consolidó el papel del Prodasen como un pilar importante del Senado, no solo en términos de soporte técnico, sino también como una institución clave para la participación ciudadana y la transparencia en el proceso legislativo.
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